La transformación y la redención son temas comunes en películas y libros sobre humanos y caballos. Habrá quien los considere argumentos cursis, pero hay una gran verdad en los lazos profundos que los humanos y los caballos pueden formar. Este tipo de relación y lo que permite esta conexión, han sido parte de una investigación. No deja de ser casi un milagro que dos especies con orientaciones tan completamente diferentes hacia el mundo - una depredadora, la otra presa - se unan en sociedad, con confianza y con una forma única de comunicación que juega un papel importante.
Esta investigación ha demostrado que los caballos y los humanos han desarrollado una forma única de comunicarse entre sí, una especie de tercer idioma, ni completamente humano ni completamente equino. Parece haberse desarrollado lo que los lingüistas llaman un "sistema de lenguaje incorporado": una forma de comunicación que depende del tacto, la conexión emocional y la sintonía con los movimientos físicos.
No quiere decir que los humanos intenten imitar la forma en que los caballos interactúan entre sí. Tampoco significa simplemente usar la amenaza del miedo o la violencia para doblegar a los caballos a nuestra voluntad. Lejos de esto, es un proceso simbiótico y dinámico que reconoce a los caballos como seres sensibles que toman decisiones.
Si bien muchas personas tienen contacto físico con sus perros y gatos para jugar con ellos, expresarles afecto y acariciarlos, la gente no monta a sus perros o gatos. Tampoco les piden que realicen tareas físicas y mentales complicadas montando sobre su dorso. Lograr esto implica una fusión de ambos cuerpos, con humanos y caballos desarrollando un alto nivel de control y sensibilidad corporal. Es un diálogo físico empático, con el objetivo de que dos cuerpos funcionen como una sola unidad.
Pero la sincronicidad entre humanos y caballos no es fácil. Puede llevar años lograrlo. Se construye lentamente, comenzando en el nivel de comunicación más rudimentario, a través de un sistema de aplicación de presión a partes del cuerpo del caballo. Solo después de innumerables horas de trabajo juntos, los humanos y los caballos sintonizan sus cuerpos entre sí.
Los expertos en caballos a menudo dicen que las mejores parejas de jinetes son las que pueden hacer que parezca que no hay esfuerzo, como si no hubiera signos visuales de comunicación. Este sentido de completa sincronicidad es el santo grial para los jinetes. Desde las carreras de caballos y la doma hasta las interacciones diarias más mundanas con los caballos, la “armonía” es el objetivo final.
Hay una especie de intimidad creada a través de este tipo de comunicación incorporada. Trabajar para conocer a un animal sin poder hablar implica volverse vulnerable y exponerse a la duda, a la autocrítica y al peligro físico. Cuando se trata de creatividad, análisis y autorreflexión, las personas tienden a dar mucho peso a las palabras y los pensamientos. Los caballos pueden ayudar a los humanos a desarrollar un tipo diferente de conocimiento, uno arraigado en el cuerpo. En el proceso, ayudan a los humanos a aprender sobre sí mismos: una de las principales razones por las que esta relación es tan buena base para la evolución de los personajes en las películas.
Y a vosotros, os ha inspirado alguna película acerca de la relación entre humanos y caballos?